La reputación de las empresas, empresarios y del lucro, están probablemente en uno de sus puntos más bajos. Las acciones de algunas empresas y empresarios han contribuido a ello, sin duda, a pesar de que muchas empresas siguen entregando buen servicio, productos adecuados y a precios competitivos y con disponibilidad inmediata. Por razones diferentes, las ISAPRES son criticadas, las AFPs, los bancos, las farmacias, los productores de pollo, las universidades y colegios, y ahora las papeleras; tampoco se salvan. Lo interesante es que, en muchos casos, si uno le pregunta a los consumidores de dichas empresas por su proveedor habitual, su banco, o su fabricante de papel higiénico favorito, probablemente no tienen una evaluación mala, y en algunos casos hasta los defienden o promueven. Considerando esto, uno podría decir que generan valor a sus clientes. Sin embargo, por alguna razón, ese valor se tiende a diluir cuando la evaluación es más general y las personas que evalúan esas empresas no son los clientes o quienes interactúan con ellas directamente.
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