
Incendios: una mirada desde la sostenibilidad
Por Reinalina Chavarri M. No cabe duda que los incendios son un anticipo de lo que el país deberá enfrentar, al igual que en el manejo del borde costero.
Nada hacía presagiar que iniciado 2017 el sector forestal tendría su crisis con miles de hectáreas de plantaciones, pastizales y bosque nativo consumidas en varios días de incendios en siete regiones con múltiples focos. El tercer sector más importante de nuestra economía se sumaría a la situación estructural que afecta al sistema productivo de Chile, que por casi cuatro décadas se ha basado en el uso de los commodities como pilar del crecimiento. Al sector minero, con la debacle del precio del metal rojo, la industria salmonera y la marea roja en los fiordos de Chiloé, se suman los incendios a dos meses de haber sido reconocido Chile con el Premio de Turismo Aventura como el país más admirado en esta categoría.
Justo cuando la sociedad demanda mejoras de bienestar general con un nuevo diseño de sus instituciones, la catástrofe deja en evidencia que el modelo de crecimiento que el país se ha dado empieza a agotarse.
El año 2015 se produce un crecimiento de la producción mundial de los principales productos de la madera; sin embargo, el valor de los intercambios comerciales se reduce ligeramente, en especial lo referido a productos primarios y al precio del papel “pasando de US$267.000 millones en 2014 a US$236.000 millones en 2015, debido a los menores precios de los productos madereros” (FAO, 2016). El mismo organismo señala que la demanda por productos elaborados de la madera se da en un contexto de transición hacia principios de la bioeconomía; por ejemplo, en el sector de la construcción despega la producción de tableros OSB (sigla en inglés de “oriented strand board”); las necesidades de eficiencia energética requieren de productos que garanticen eficiencia y también trazabilidad de los mismos; y cambios en la prensa debido al uso digital y los equipos móviles, entre otros, ayudarían a reducir el uso de papel.
No cabe duda que los incendios son un anticipo de lo que el país deberá enfrentar, al igual que el manejo del borde costero y la prevención de otras catástrofes, toda vez que Chile es mencionado como uno de los países más afectados por el impacto del cambio climático. Desde el lado social, el denominado “conflicto mapuche”, en parte expresión de grupos que reivindican derechos ancestrales de propiedad e identitarios, coincide con las características socio culturales y económicas de la zona.
Desde un enfoque de sostenibilidad se acepta que las empresas forestales han sido beneficiadas durante casi 40 años por subsidios del Estado, principalmente, para la plantación de pino radiata y eucaliptus, que tienen un ciclo de vida entre diez a 20 años y consumen cerca de 200 litros de agua diarios; además, según los especialistas, se plantan alrededor de 1.650 árboles por hectárea. Esta forma de desarrollar el sector forestal ha estado protegida desde el año 1974 por el DL 701, cuya vigencia de incentivos expiró hace un par de años y que produjo grandes rentabilidades a las empresas. Tema aparte son las características de los empleos y la cuestión de los salarios, así como la relación entre empresa y localidades adyacentes.
Las críticas al sector forestal, por los impactos sociales y medioambientales, fue un debate que no dio tregua en los años 80 y 90, tras recuperada la democracia. Las principales empresas forestales ubican sus operaciones en las regiones del Biobío y La Araucanía. Los datos del Observatorio de Sostenibilidad de la FEN Universidad de Chile del año 2016 dan cuenta de una realidad. Respecto de los temas de pobreza por ingreso, 20,9% en la Región de O’Higgins, 21,7% en Maule, 26,2% en La Araucanía y 17,2% en Biobío vive con bajos ingresos. Desde la perspectiva de la pobreza multidimensional, hay regiones sobre el promedio nacional (19,1%).
O’Higgins y Maule son las que han concentrado la mayor cantidad de incendios, hectáreas quemadas y pérdidas económicas. Por tanto, es posible prever que los impactos serán socioambientales, pero también económicos en las localidades débiles en indicadores relacionados a la pobreza -pero también con bajos índices de escolaridad-, con pérdida de fuentes de empleo en la agricultura de secano costero, predios agrícolas destinados a la producción de uva, horticultura, ganadería caprina y bovina, etcétera, y que aumentarán las brechas de productividad y las desigualdades.
De ahí que los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que Chile debe atender a 2030 exigen transitar hacia una nueva institucionalidad capaz de mirar el largo plazo con una visión ética y de justicia global, capaz de identificar y prevenir los riesgos futuros y catástrofes que asolarán al país como consecuencia del calentamiento global. Aun cuando emitimos un 0,26% de los gases de efecto invernadero, la contaminación y su efecto en nuestros 4.200 kilómetros de borde costero requieren un sistema forestal robusto necesario no para producir, tomando en cuenta el avance de la desertificación, y fortalecer la regulación en el cambio de uso del suelo, manejo de cuencas y fuentes de agua dulce mediante la producción y manejo sustentable con participación de todas las partes.
Chile creó el Consejo para la Política Forestal, cuya misión es proponer la política que regirá en en el período 2015-2030. Es un cuerpo colegiado con carácter consultivo que debe plantear temas de nuevo tipo, relacionados con la gobernanza del sistema donde la participación, transparencia de la información y manejo de riesgos sean pilares de la política e institucionalidad forestal, coadyuvando al desarrollo sostenible y al cumplimiento de las metas de los ODS a 2030.
*La autora es directora del Observatorio de Sostenibilidad, Departamento de Administración, FEN Universidad de Chile.
Fuente: Pulso. 01 de febrero de 2017. http://www.pulso.cl/opinion/incendios-una-mirada-desde-la-sostenibilidad/